En informe, Obama advierte: "No claudicaré"

WASHINGTON

Desafiante pese a las recientes y dolorosas derrotas, Obama dijo que no abandonará sus planes ambiciosos para hacer cambios de largo plazo en materia de salud, energía, educación y otros temas.

"El cambio no ha llegado lo suficientemente rápido", reconoció Obama en la Cámara de Representantes, repleta, y frente a millones de televidentes. "No acepto el segundo lugar para Estados Unidos. Pese a lo duro, lo incómodo y lo conflictivo que pueda ser el debate, es tiempo de mostrar seriedad para enmendar los problemas que obstruyen nuestro crecimiento".

Una de sus principales exigencias se dirigió a los legisladores, a fin de que sigan adelante con su reforma de salud, el proyecto más preciado del mandatario en materia de política interna, que está en severo riesgo de naufragar en el congreso. Les pidió también resistirse a la tentación de sustituir los cambios de largo alcance que él quiere por una solución reducida.

"No abandonen la reforma", imploró. "No ahora. No cuando estamos tan cerca".

Con la esperanza de reducir la creciente decepción en un grupo clave de votantes, Obama dijo que trabajaría "este año" con el Congreso para rechazar la prohibición a que los gays y las lesbianas que declaran abiertamente su orientación sexual sirvan en las fuerzas militares.

Pero en una concesión ante las preocupaciones mostradas por los republicanos y por los propios miembros de su partido más inclinados a la derecha en torno de ese cambio, Obama no asumió un compromiso de suspender la práctica ni dio un plazo firme para tomar medidas.

Obama buscó cambiar el tema de conversación, dejando atrás el estancamiento de su gobierno en el debate sobre la reforma de salud, ante una economía renqueante y frente a los errores que estuvieron a punto de derivar en un mortífero atentado terrorista.

En vez de ello, Obama busca hablar de cómo tomará las riendas de los problemas nacionales.

El presidente dedicó casi dos tercios de su discurso a las tribulaciones económicas que siguen ocupando la mente de los estadounidenses. Puso énfasis en sus ideas, algunas nuevas pero la mayoría no tanto, para reanudar el crecimiento de los empleos, reducir los déficit fiscales y cambiar a un Washington polarizado, "donde cada día parece día de elecciones".

Comparó a Estados Unidos con otros países.

"Washington nos ha dicho que esperemos por décadas, incluso mientras empeoran los problemas. En tanto, China no espera para reformar su economía, ni Alemania, ni India".

Varias preocupaciones citadas por Obama están en las raíces de las emociones de los votantes que alguna vez lo apoyaron decididamente pero ahora lo están criticando como gobernante.

Los demócratas temen que el decremento en los niveles de aceptación del presidente acabe por dañarlos en las elecciones legislativas de noviembre, cuando también se elegirán gobernadores. Apenas la semana pasada, los republicanos se apuntaron una victoria inesperada al ganar el escaño senatorial que durante años ocupó el fallecido Edward M. Kennedy.

Los republicanos aplaudieron al presidente cuando ingresó a la cámara, e incluso inclinaron la cabeza y dieron la bienvenida a la primera dama Michelle Obama cuando ocupó su asiento. Pero ese sentimiento de cordialidad bipartidista se esfumó poco después.

Los demócratas se pusieron de pie y ovacionaron a Obama cuando dijo que quería imponer nuevos límites y cuotas a los bancos, mientras que los republicanos permanecieron impávidos. Los oficialistas se pararon y aplaudieron cuando Obama mencionó el paquete de estímulo económico aprobado en febrero pasado, mientras que los opositores se quedaron sentados.

En un cambio notorio respecto de sus discursos anteriores --más para un presidente cuya sinceridad fue criticada por oponerse a la guerra en Irak-- la política exterior ocupó un lugar relativamente secundario.

Sobre la seguridad nacional, Obama destacó algunos éxitos, al señalar que "muchos más" terroristas de al-Qaida fueron muertos el año pasado que en el 2008, cuando todavía no era presidente.

Durante su discurso, Obama buscó mostrar que entiende las tribulaciones de los estadounidenses para pagar las cuentas, mientras los grandes bancos reciben rescates y pagan grandes remuneraciones. En busca de mostrarse como un luchador por el pueblo, instó al congreso a mitigar el impacto de una decisión tomada por la Corte Suprema, la semana anterior, que concede a las grandes empresas más influencia sobre las elecciones.

"No creo que las elecciones estadounidenses deban ser financiadas por los intereses de los más poderosos de Estados Unidos, y menos por entidades extranjeras", señaló.

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